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Mostrando entradas de agosto, 2011

La incertidumbre me mata

Hecho un lío. Qué raro... No me quejo, porque tal vez mañana tenga trabajo durante un año: todo un lujo hoy en día. Lo que ocurre es que no acabo de concebir por qué tengo que pasar cada curso el mismo calvario. ¿Qué pasa mañana? Bueno, ya hoy, porque se me han hecho las tantas. Pues pasa que una página web me dice si tengo empleo como profesor de inglés en un instituto de Barcelona o tengo que seguir esperando. La gente puede pensar que estoy dramatizando y dirá: "pues te esperas y ya está". ¡Y qué remedio! Supongo que mi perspectiva es distinta. Sigo sin saber qué hice mal para no sacarme la plaza en las últimas oposiciones. De acuerdo, es una eliminatoria. Asumido queda (más o menos).

La novela en la que estoy trabajando

Carece de título, pero estoy barajando algo así como "La vida acaba cada noche", aunque reconozco que no me gusta nada. Soy malísimo para los títulos. Quizá pruebe con el concepto de "agujero negro" y su capacidad de generar vida. Como mis novelas preferidas, tendrá acción y reflexión. Al igual que gran parte de las novelas que leo del siglo XX y XXI, hay una angustia vital por parte del protagonista que se despierta en forma de cambio drástico. Aunque no creo que sea lo mejor para una novela, intentaré retratar un lugar y un tiempo determinado. No pretendo hacer denuncia social, pero no puedo escribir como si la acción sucediera en un lugar tipo Los Ángeles donde hay buenos y malos, ricos y pobres, y el lector ya pone el resto de lugares comunes.

La Vila Joiosa, un poco más cerca a muchos kilómetros de allí

El lado luminoso de La Vila Joiosa. Cuando piso la arena de la playa, una arena que no estaba de pequeño, me siento parte del agua del mar, aunque le tenga más que respeto, miedo. Al encarar la cuesta de la casa de mi abuelo, me sobrecojo si pienso en los días que vendrán, cuando él ya no esté allí, sentado en el patio, a la fresca. Sentado en el patio del chalet (la caseta) que mi padre levantó con sus propias manos, aprecio el sonido sofocante de las chicharras, el viento de Levante, los ladridos lejanos de los perros y el rebuzno de una burrita que mi padre se empeña en mimar.

Las juventudes vaticanas (brevísima opinión sobre las religiones)

Dejad que las chicas se acerquen a él. España es un país de tontos felices. Menuda novedad. Pero no hay que ofenderlos, porque son mayoría. Una religión que consigue aglutinar millones de adeptos en torno a un líder erigido en semidiós sólo puede nutrirse, en su mayor parte, de tontos infelices que consiguen la felicidad siguiendo a un líder y a sus normas. Los medios de comunicación españoles mienten todo el tiempo: la fiestecita del Papa y sus juventudes vaticanas es otro despilfarro más, pero no es la bomba H sobre las arcas del Estado. Tampoco es verdad que los ¿peregrinos? vayan a inyectar cuantiosas sumas en el comercio madrileño: la mayoría vienen sin un duro y, con un carnet "happy hour" las juventudes pueden comer, dormir y viajar casi gratis (y no, no es un milagro del Papa, eso alguien lo tiene que pagar). Por supuesto, nadie se atreve a decir en voz alta que al PP le va de perilla este espectáculo (o eso creen).

Cine de verano: buena añada Vol. 1 (Los pitufos y El origen del planeta de los simios)

Olvidad el cartel y perded la vergüenza. Cosas de mi legendaria suerte. Me fui en busca del Norte y me pilló de lleno la época de temporales y bajadas de temperaturas y cuando he bajado al Sur me ha tocado asistir al renacimiento de un verano, que algunos ya daban por muerto. Quizá por eso he estado más atento a la cartelera y para mí sorpresa me he encontrado con más de una joyita. Como el calor me da mucha pereza y, además, voy falto de horas de sueño, voy a colar todo el material que he visto con una mera opinión sobre las películas. Después de más de 300 críticas escritas, la gran mayoría redactadas por amor al arte, creo que me puedo permitir esta ligereza.

Conexiones que duelen: el Mundo se rebela

Los altercados de Inglaterra, con su epicentro en Londres, están sacudiendo los cimientos de la supuesta marca registrada de civismo británico (no confundir con los personajes que la arman cada verano en Benidorm y destinos similares).. Para quién no lo sepa, los ciudadanos británicos (en casa) se comportan como isleños, excepto en política exterior y en sus lazos con Estados Unidos y los países de la Commonwealth (y en otro sentido, incluso con sus ex colonias). Sólo asumiendo esta particularidad, se puede entender sus recelos respecto al europeísmo y, en lo que atañe a este artículo, también explica su enorme celo por todo lo que sucede en el Reino Unido, hasta el punto de que un asesinato en el último pueblo de Gales es una tragedia nacional.

Objetivos perversos

A veces, cuando descubro esos anuncios hechos con cincuenta planos en veinte segundos o las escenas de acción de una película rodadas con cuatro cámaras a la vez, me pregunto si esa necesidad de pasarnos el mensaje bien troceado, mezclado y a toda velocidad no obedecerá a un plan secreto para exterminarnos. Me imagino que en los albores del siglo XX, cuando surgían cientos de inventos en los diarios, alguien debió de pensar que los hombres y mujeres del siglo XXI obtendríamos una mejora en nuestra calidad de vida. Se supone que para eso servía el progreso. Por eso a nadie le gusta quedarse alejarse de esa palabra, estropeada por la política y que la lengua no ha conseguido enmendar. Se puede ser progresista, o pretenderlo, pero ¿qué adjetivo describe al amante del progreso? No lo hay.

El año del ocaso blaugrana... si Pep quiere

Sólo puede quedar uno. La Primera División de la Liga se estrenará a finales de agosto con la misma tónica que el año pasado. El Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid se disputarán el título. Los demás, a verlas venir. Y sufrirán. Y rodarán cabezas. La única y gran diferencia podría ser el nombre del vencedor. El Real Madrid seguirá jugando a ganar en detrimento del espectáculo, excepto por las individualidades, y Mourinho, sin nadie que le corte el paso en el club merengue, dará todo un recital del perfecto manipulador. Algo así como el enésimo manual del todo vale con tal de lograr el éxito, un título que también valdría para el magnate Murdoch, el ex presidente de EE.UU. Bush y tantos otros.

Cuando Galicia y Euskadi se unieron en nuestros paladares

El verano es otra cosa en Vitoria. El sol se agradece porque no te lastima y el frío del invierno se transforma en el fresco necesario para que las tardes transcurran largas, sin ninguna limitación, por las calles, sus parques, o cualquiera de sus cientos de bares, cafeterías y tabernas. A la hora de comer, uno se da de bruces contra la realidad: lo de los pinchos vascos debe de ser una leyenda. Luego descubres que es más bien un secreto a voces. Pregunta a cualquiera de los gazteiztarras y te dirán dónde tienes que ir. Claro que la mayoría te dirán que el País Vasco es mayor de lo que te imaginas y que quizá harías mejor en buscar en Donosti o más allá. No pasa nada. Sobran los restaurantes. Lo que ya no está tan claro es que abunden los que te ofrecen un menú a prueba de crisis (por debajo de los diez euros), casi imposible que por ese precio encuentres calidad, tradición e innovación y ya es una quimera encontrar lo mejor de la cocina vasca y la gallega en su variedad de platos.