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Mostrando entradas de octubre, 2012

Argo: miserias humanas a gran escala

Imagino que Argo es el tipo de película que Steven Spielberg quiso rodar cuando planteó el proyecto de Munich, film que trataba de reconstruir operaciones especiales en el marco del terrorismo y la crisis de los setenta. Sin embargo, es Ben Affleck el realizador de una película que funciona a varios niveles, lo que a la postre le confiere un estatus de obra artística de referencia que desde su estreno perdurará en el recuerdo.

Hablando claro: España no tiene remedio

Es el sino de los españoles, quizá también de los ibéricos (hispanolusos, me refiero) y hasta cierto punto de los mediterráneos: hay un gen cultural que nos impide evolucionar de acorde a una civilización legalista, como la que trata de imponerse en Occidente. Lo nuestro es saltarnos las normas, tirar por la calle de enmedio o salir por la puerta de atrás. Yo no sé si existe ese estigma en la cultura, que se incrusta en las generaciones como si la sociedad tuviera sus propios genes. A veces me da por pensar que se trata de algo más sencillo, tan facilón que no queremos verlo.

Nuevo éxito de Raval Sunrise

Desconozco el idioma, pero se entiende todo. La novela inédita e impublicable (por culpa de los malditos edtores) de David Navarro ha servido para que un avispado camarero, modernamente llamado barman, invente una máquina del tiempo, viaje al pasado etílico e invente un cóctel de fama mundial: nada más y nada menos que el tequila sunrise. Este buen paisano barman, amigo de mis amigos, no tuvo a bien registrar su invención, por lo que el cóctel pasó a formar parte de la mafia a la que algunos esnobs llaman acervo popular. Como suele pasar con la gran tradición atribuida al populacho, nadie tiene ni puñetera idea de cuándo se creó por vez primera tan generosa bebida. Ni siquiera se ponen de acuerdo en sus ingredientes ni, por supuesto, en su preparación que mi amigo el barman, que ya tiene los testículos octogonales de tanto sufrir plagios tras servir como camarero de cantina en un cuartel de Cartagena, ha conseguido propagar en varias versiones, todas falsas, por Internet.

La II Ignominia Mundial

Resumir en dos, sólo dos, las principales ignominias a las que nos hemos enfrentado en las últimas décadas entraña una injusticia o un defecto de ignorancia extrema. Así pensarán los que hayan sufrido más directamente que en Occidente las decenas de cruentas guerras de África, los innumerables atropellos a la democracia (también en Europa), las aberrantes políticas contaminantes, la perpetuación de las hambrunas en contraposición con las sociedades en las que aumenta la sobrealimentación y deben eliminarse los alimentos por orden de las autoridades (las famosas cuotas).

Looper: ruptura abrupta del bucle

Willis contra Willis. El público actual está más acostumbrado a comprender y disfrutar argumentos laberínticos de lo que cree. Sin esa facultad Memento no sería lo que es, una de las madejas de las que tiran las películas posmodernas. En ese sentido, Looper promete un desafío intelectual de saltos en el tiempo, que desde luego no se conforma con una aproximación pueril a lo Jumper, sino que más bien debería convertir en material masticado propuestas como la de los Cronocrímenes, uno de los films con la fecha de caducidad más ceñida que un servidor ha visto en mucho tiempo.

De lo impecable a lo improbable (notas sobre Lo imposible)

Lo imposible es un titulo muy bien traído para abordar una historia basada en hechos reales que, a la postre, cuesta creer en la pantalla. Empieza la película de Bayona, casi sin palabras, con la lucha desesperada de una familia dividida por el tsunami, una familia que se disgrega a la fuerza y cuyo instinto les otorga fuerzas para mantenerse unidos. Ahí tenemos el viejo mito de los dioses contra los hombres. Pura épica. Luego, el caos humano toma el relevo de los desórdenes naturales y muestra, sin subrayar, la incapacidad de un pueblo que no estaba preparado -como si alguno lo estuviera- para un desastre de estas características.

Escribir en clave histórica: en el filo de la mentira

Ahora que me encuentro entretenido recreando el Salvaje Oeste que nunca experimenté con personajes que nunca conoceré, me ha dado por sospechar sobre la honradez de toda la ficción histórica que he leído en mi vida. Para documentarme, aparte de los libros y de las películas sobre el género del western, he tenido que leer reseñar y críticas. Y me he encontrado con una buena ración de acusaciones: que si hay un tratamiento machista de la mujer, que si a partir de los sesenta todo el mundo pinta a los indios como hermanos de la caridad, etc.

Aceptando una tradición cultural pueril

Los rodeos siempre acaban mal. Es extraño definirse por los influjos culturales en tiempos como los que corren. Imagino que cuando Flaubert definió su bagaje de lecturas como su educación sentimental, jamás se le ocurrió integrar en ella los espectáculos taurinos o las danzas populares si es que participó de ellas. A mí, como cualquier persona nacida en el último tercio del siglo XX, me sobran las influencias y, como buen hijo de la posmodernidad, no toleraré que nadie me prejuzgue por ellas. Como fui un chico de barrio, de bien pequeño me apasionaron las máquinas recreativas. Costaba un riñón cada partida, prácticamente un cuarto de dólar por contextualizarlo, y las partidas duraban bien poco a no ser que tuvieras un don que nadie sabe en qué consistía.

Gaza y el arte

Como todo hijo de vecino, había visto numerosos reportajes y noticias sobre el conflicto de Gaza, pero casi siempre desde un punto de vista poco reflexivo, cuando no propagandístico. Casualmente, he visto la película Una botella en el mar de Gaza ( Thierry Binisti, 2011) y he leído la novela gráfica Crónicas de Jerusalén (Guy Delisle, 2012). También por casualidad, unos días después de ver el film.